EL HALLAZGO DE UN ARRANQUE DE TÚNEL OBLIGA A SUSPENDER LA OBRA HASTA SU DATACIÓN

Que las cosas de palacio van despacio es un adaggio bien conocido, pero que las obras de las iglesias exigen paciencia, debería serlo también. La largamente demandada rehabilitación de la torre campanario e iglesia de Santa María de Aguas Vivas, ve con este hallazgo, paralizada su ejecución antes incluso de iniciarse. El estudio previo de topografía encargada por el arquitecto adjudicatario con la técnica de láser-escáner en 3D, ha desvelado una equis inesperada en la ecuación de su rehabilitación. Según la imagen resultante, ahora bajo el análisis de expertos, de la puerta cegada al pie del arco que sostiene la torre campanario, nace con nitidez indiscutida, una sombra y peldaños  que descienden en dirección norte. A falta de determinar su trazado y extensión, los arqueólogos de la Junta de Patrimonio de Extremadura, iniciarán en breve trabajos de prospección encaminados a la verificación del hallazgo, y su datación. Si hiciéramos caso a la tradición oral, este descubrimiento daría veracidad a la leyenda, alimentada al calor de lumbres y hogares, que situaba en ese punto el llamado “Túnel de La Reina”, un mezclum de historia, superstición y temores religiosos que saltándose todos los cánones temporales, ubican en ese punto por un lado, la vía de escape hasta El Vado, en caso de hipotético asedio moro al asentamiento colonizador templario de la primigenia Villa hervasense. Y por otro, el pasaje al escondite del tesoro de Doña Violante de Aragón en el paraje de Los Campillares. Sea como fuere, vía de escape o camino al tesoro, las obras ahora suspendidas, permitirán por fin ratificar la leyenda o desfacer los entuertos de la historia. Así y todo, los más viejos del lugar no parecen necesitar el veredicto de expertos para aseverar sin rastro de dudas que “lo del túnel ya lo sabíamos de siempre en el pueblo”… Mito o  leyenda, y a la espera de las catas prospectivas de los arqueólogos, no queda otra que admitir que, en este caso al menos, la tradición popular entierra sus raíces en  el sustrato de una verdad histórica.

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